Capítulo 2. Mistic Falls.
Todo pasó muy rápido.Eran cerca de las doce de noche. Acaban de arder a varios vampiros en todo el pueblo, incluido el alcalde Lockwood. El edificio ardía en llamas, quemando todos los cuerpos de los inmortales. La shérif de Mistic Falls se había ocupado personalmente de hacer creer al pueblo que fue un mero accidente. Cuanto menos gente lo sepa, más seguros estarán.
Al mismo tiempo, la hija de la shérif Forbes se encontraba siendo atendida por unos paramédicos. Acaba de tener un accidente de coche, el cual lo conducía Tyler Lockwood; el hijo del alcalde. Tyler padeció un terrible dolor de cabeza haciendo que el coche se estrellara.
Stefan y Damon Salvatore, dos vampiros fundadores, se habían salvado de milagro. Damon, el mayor de ellos, siguió con su tapadera de miembro fundador de Mistic Falls. Mientras tanto, Stefan salió en busca de su novia. Elena, quien aterrada llegó a su casa, se encontró con una imagen desgarradora. Su tío John se encontraba en la cocina desangrándose poco a poco.
- ¡John! - Elena rápido se colocó a su lado. Tenía sus cuatro dedos cortados mientras que trataba de tapar las heridas. - Quédate quieto, no te muevas.
Ella, nerviosa y asustada fue hacia el teléfono para llamar a una ambulancia. Estaba desesperada. Todo estaba pasando la misma noche. Levantó la vista hasta el espejo de medio metro de alto colgado en la entrada. No solo se vio a ella misma. Vio una doble ella. Había otra chica clavada a ella reflejada en el espejo. Temerosa se dio la vuelta aún con el teléfono en la mano. Pero cuando giró completamente su copia exacta no estaba.
- ¿Elena? - Damon se levantó con rapidez de su asiento en cuanto vio a su cuñada aparecer por la puerta de la sala de espera. - ¿Qué haces aquí?
- Es John... - contestó con la voz rota. - ¿Que haces tu aquí? - Damon se limitó a girar un poco su cabeza indicando que mirara detrás.
Elena se fijó donde apuntaba Damon y se sorprendió de ver a la shérif Forbes inquieta, mirando sus manos mientras daba leves golpes en el suelo. Matt Donovan, el que fue su novio, se encontraba justo al lado de la shérif.
- ¡Shérif Forbes! - Elena corrió hasta ella. - ¿Qué ha pasado?
- Caroline...- tartamudeó. - Ella ha - esta vez miró a Elena decidida - Ha tenido un accidente.
- ¡Oh dios mio! - se llevó las manos a su boca. - ¿Qué? ¿Cómo? ¿Cómo está?
- Aún no sabemos nada. - interrumpió Matt.
Durante el tiempo de espera y angustia, Damon habló con Elena y se percató que Katherine había vuelto. La mujer de la cual había estado enamorado por el último siglo había regresado. Incluso descubrió que quien había cortado los dedos al tío de Elena fue la misma Katherine Pierce haciéndose pasar por Elena. Este dejó a todo el mundo en el hospital y buscó a su hermano. En cuanto le encontró en la casa Salvatore, lo cogió por banda.
- Tenemos un problemita Stefan. - sonrió con su característica sonrisa sarcástica.
- ¿Qué tan grande es ese "problemita"?
- Katherine ha vuelto. - soltó sin más. Stefan soltó el vaso de Bourbon que tenía al air aquellas tres palabras.
- ¿Qué?
- Lo que has oído hermanito. - cogió otro vaso y este en cambio, se sirvió un whisky a palo seco. - Tenemos un pequeño problemita.
- ¿Y que quiere? ¿Qué hace aquí? ¿Por qué ahora? - Stefan no acaba de creerse la vuelta de Katherine.
- Veamos.
Esa voz, esa voz que ninguno de los dos escuchaba desde hace casi siglo. A ambos se les erizó la piel. A uno de miedo, y el otro, se sorpresa. Se giraron cuidadosamente rezando a un dios, que ninguno creía en, porque solo hubiese sido su imaginación. Pero nada de eso. Allí estaba plantada ella. Katherine Pierce. Se la podía distinguir de Elena por su pelo rizado al final de su cabello, en cambio, el de Elena estaba completamente liso. También, la mirada malvada que portaba Katherine nunca la tenía Elena. La miraron de arriba a abajo. Llevaba unos vaqueros ajustados junto a una camiseta que enseñaba mucho más que un simple escote y unos tacones de escándalo. Tanto Stefan como Damon, ambos, estaban temerosos por la presencia de aquella mujer. Nunca traía nada bueno tras de ella.
- ¿Qué quiero? - miró así de pasada rápida la casa y rió secamente. - Fácil. Muchas cosas. - se acercó un poco más a los hermanos. - ¿Qué hago aquí? Pronto lo sabréis. - a cada palabra avanzaba un poco más hasta llegar a la altura de los chicos. - ¿Por qué ahora? - cogió el cuello de la camisa de Stefan y lo miró a los ojos verdosos del Salvatore. - Porque te echaba de menos.
Stefan estaba quieto. Damon miraba la escena desde lejos. Stefan quitó bruscamente las manos de Katherine de su cuerpo. Ella rió amargadamente. Se volvió hacia Damon pero volvió a mirar a Stefan.
-Supongo que me lo merezco.
- Te creíamos muerta. - habló por primera vez el mayor de los Salvatore.
- Cuanto tiempo Damon... - se acercó delicadamente al nombrado con una sonrisa encantadora. - ¿Me has echado de menos?
- Aléjate de mi Katherine. - contestó frío pero dolido.
Estaba destrozado. Se había enamorado de esa mujer años atrás. La misma mujer que creía correspondida; pero acaba de ver que el único que le ha importado ha sido su hermano, siempre había sido Stefan. Y la historia volvía a repetirse; Stefan consiguiendo a Elena.
- Que humos Salvatore. - levantó las manos en son de paz. - Bien. Ya veo que por la buenas no funciona. Lo haré por las malas. - se miró las uñas y levantó la vista sonriente. - He venido a recuperar algo que es mío. Y haré lo que sea necesario para ello. - toda la amabilidad con la que había entrado por la puerta, se había esfumado.
-¿Que vas a hacer Katherine? - hablo esta vez Stefan.
- Ya he conocido a mi replica .- sonrió victoriosa. Stefan empezó a preocuparse aún más. - Tranquilo; aún no la he matado. - rió irónica. - Y voy a tenerte junto a mí, cuesten las vidas que cuesten, cuesten las luchas que cuesten, cuesten las lágrimas que cuesten... cueste lo que cueste.
Y diciendo eso salió de la casa Salvatore en las afueras de Mistic Falls corriendo a velocidad vampírica. Ninguno decía o hacía nada. Estaban decidiendo que sentir; furia, preocupación, odio o simplemente nada en absoluto. Sin decir nada, Stefan salió en busca de Elena. Decidió que ya era hora de hacerle saber toda la verdad sobre Katherine Pierce.
Justo en esos momentos, en el hospital de Mistic Falls se encontraba la ya despierta Caroline Forbes. Todos habían pasado a verla y quitarse esa preocupación de encima. Su madre, la shérif Forbes acaba de irse a por un café para mantenerse despierta la noche restante. Una mujer recién llegada al pueblo apareció en el pasillo de las habitación. Con sus tacones haciendo un ruido aceptable para un hospital se dirigió a la habitación donde Caroline leía los muchos mensajes de recuperación por parte de sus amigos. Abrió la puerta sorprendiendo a la chica.
- ¿Que haces aqui Elena? - frunció el ceño al ver que era de madrugada y creía que estaría su mejor amiga durmiendo ya.
- Lo primero. - cerró la puerta tras de sí. - No soy Elena. Segundo. - ya estaba a la altura de la cama de Caroline. - He venido para darles un mensajito a mis Salvatore. - Cogió una almohada de uno de los sillones. - He venido a una cosa, y quiero conseguirla. - se acercó a la chica rubia que no era capaz de decir una palabra.
- Este juego no me gusta Elena. - Katherine suspiró agotada.
- Que no soy Elena. Ahora. - miró fijamente a Caroline - No te vas a mover y tampoco gritarás, ¿de acuerdo? - los ojos de Caroline se volvieron de diferente color y asintió repetidas veces. - Perfecto.
Con una sonrisa malvada depositó la almohada sobre la cara de esta. Ella trataba de respirar pero le era básicamente imposible cuando tenía algo tapándole las vías respiratorias. Poco a poco dejó de moverse dando por finalizada la tarea de Katherine. Arruinaría la vida de los conocidos de Elena.
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